Aunque no se reportaron heridos, cuatro vehículos resultaron dañados.

En una conferencia de prensa, la fiscal general María Elena Andrade Ramírez confirmó que el caso se investiga como "terrorismo y lo que resulte", y lo atribuyó a una reacción por las recientes detenciones y desarticulación de bandas criminales. La gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda respaldó a la fiscal, descartando su destitución y afirmando que el ataque es consecuencia del trabajo realizado.

El incidente generó una respuesta internacional inmediata: el Consulado de Estados Unidos en Tijuana emitió una alerta de seguridad pidiendo a sus ciudadanos evitar la zona. La presidenta Claudia Sheinbaum minimizó el impacto de dichas alertas, afirmando que "cada vez se toma en cuenta menos a estas alertas". Por su parte, organismos como el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California exigieron la intervención del secretario de Seguridad federal, Omar García Harfuch, al considerar que las autoridades locales han sido "rebasadas". Este suceso marca una peligrosa escalada en las tácticas del crimen organizado en la frontera, introduciendo el uso de tecnología aérea para ataques en zonas urbanas.