Bajo los principios del tratado, esta composición debería garantizar un trato preferencial. La estrategia de México es negociar "un sistema de descuentos similar al que tienen los vehículos ligeros", lo que reduciría la tasa efectiva a un nivel "del 10% para abajo". Esta postura busca reafirmar la reciprocidad del acuerdo y proteger a una industria clave para la exportación nacional.

El conflicto arancelario se enmarca en un contexto más amplio de tensiones comerciales. Por un lado, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ha solicitado formalmente al gobierno de EE.

UU. extender la vigencia del T-MEC por 16 años más a partir de 2026 para competir con Asia. Por otro, más de 100 congresistas demócratas han pedido al presidente Trump una "renegociación significativa" del pacto, argumentando que ha perjudicado a trabajadores y agricultores estadounidenses y ha permitido que empresas chinas usen a México para eludir sanciones.

Estas presiones cruzadas complican el panorama para la revisión del tratado, donde el tema automotriz será un punto central de negociación.