La medida representa un giro en su política comercial y busca aliviar la creciente preocupación por los altos precios de los alimentos en el mercado estadounidense. Esta decisión revierte los aranceles recíprocos, que tenían tasas base del 10% o 15%, impuestos a principios de año a productos de casi todos los países, con tasas más altas para aquellos con los que Estados Unidos mantiene un déficit comercial.

La Casa Blanca justificó la medida aludiendo a la necesidad de responder a la demanda interna y a la capacidad productiva nacional, así como a negociaciones comerciales en curso. La orden ejecutiva llega en un momento de presión política para la administración, tras derrotas electorales republicanas en estados clave donde el costo de vida fue un tema central y en un contexto de creciente inquietud de los consumidores por la inflación. La medida también se produce después de que Estados Unidos anunciara acuerdos comerciales marco con Argentina, Ecuador, Guatemala y El Salvador, que se verán beneficiados. Para México, principal exportador de varios de estos productos como el aguacate y el tomate, la eliminación de estos gravámenes representa un alivio significativo y podría impulsar sus exportaciones, que ya proyectaban cifras récord para 2025.