Su muerte causó una gran conmoción entre sus alumnos, exalumnos y colegas.

Al día siguiente del siniestro, la comunidad escolar se congregó en la entrada del plantel para rendirle un homenaje.

Colocaron un altar con veladoras, flores, globos y cartulinas con mensajes de cariño, recordando al profesor como una persona “alegre y divertida”, y más que un maestro, “un amigo”.

Por otro lado, la tragedia también alcanzó al Instituto Politécnico Nacional (IPN) con la muerte de Juan Carlos Sánchez Blas, de tan solo 15 años.

El joven, quien cursaba el primer semestre en el CECyT No. 7 “Cuauhtémoc”, regresaba a su casa después de clases cuando ocurrió el accidente. El IPN lamentó su fallecimiento y se unió al dolor de su familia. La comunidad politécnica también se mantuvo pendiente de la salud de otro de sus estudiantes, Alí Yael, de 18 años, quien resultó gravemente herido en el mismo evento, con quemaduras en el 85% de su cuerpo. Estos casos evidencian cómo la tragedia trascendió el lugar del accidente, dejando un vacío en las aulas y corazones de dos importantes instituciones educativas.