El gobierno estadounidense, encabezado por Donald Trump, justificó la acción como un golpe contra "narcoterroristas", afirmando que el navío transportaba drogas. El incidente fue confirmado por el propio presidente Trump, quien afirmó que el ataque se llevó a cabo bajo sus órdenes como parte de una estrategia contra los cárteles del narcotráfico, a los que su administración ha designado como organizaciones terroristas extranjeras.

Según la versión estadounidense, los tres tripulantes fallecidos eran "narcoterroristas venezolanos confirmados".

Trump añadió que tras la destrucción de la lancha, quedaron esparcidas en el océano "grandes bolsas de cocaína y fentanilo". Este es el segundo ataque de este tipo en el mes, después de uno ocurrido el 2 de septiembre donde murieron 11 personas. La acción ha sido calificada por el gobierno de Venezuela como un ataque a "pescadores". El presidente Nicolás Maduro denunció la agresión y propuso la convocatoria urgente de una "conferencia especial por la soberanía y la paz del Caribe" para evitar una escalada mayor en la región. Maduro afirmó haber enviado la propuesta al presidente de la CELAC, Gustavo Petro, con el objetivo de detener lo que considera una amenaza de guerra en el Caribe y Sudamérica.