Los médicos lograron extraer la pila del cuerpo del menor; sin embargo, los daños internos que ya había provocado eran demasiado severos.

Las sustancias químicas contenidas en la batería y la corriente eléctrica que genera pueden perforar el esófago, el estómago o los intestinos, causando complicaciones fatales como hemorragias internas o infecciones graves. A pesar de la intervención quirúrgica y los cuidados intensivos, el pequeño Ángel falleció.

Este trágico suceso ha encendido las alarmas sobre los peligros que representan objetos pequeños y de uso cotidiano en los hogares con niños pequeños. Las autoridades y expertos en salud constantemente advierten sobre la necesidad de mantener este tipo de baterías y otros objetos pequeños fuera del alcance de los menores para prevenir accidentes con consecuencias devastadoras.

El caso ha generado una profunda tristeza y ha sido difundido como un llamado a la prevención para evitar que otras familias sufran una pérdida similar.