Según los reportes, que citan a medios estadounidenses, Montoya Hernández era descrito por sus vecinos como una persona “muy querida por todos”.

La tragedia personal se agrava al revelarse que, según su primo, deja a cinco hijos en la orfandad. La confirmación de su nacionalidad por parte de las autoridades y los detalles compartidos por su familia otorgan un rostro humano a la estadística de la catástrofe, conectando directamente a México con las consecuencias de un evento climático extremo a miles de kilómetros de distancia. Su muerte, junto con la de otra persona en circunstancias similares en Brooklyn, subraya un problema sistémico de vivienda insegura que afecta desproporcionadamente a las comunidades más vulnerables de Nueva York.