Su gestión se caracterizó por una postura de confrontación directa contra el crimen organizado, lo que le valió numerosas amenazas. En meses previos a su muerte, Manzo había solicitado públicamente el apoyo de fuerzas federales a la presidenta Claudia Sheinbaum y al secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, advirtiendo: “No quiero ser un presidente municipal más de la lista de los ejecutados”. El atentado ocurrió mientras inauguraba el festival en compañía de su familia y se tomaba fotografías con niños.

Recibió múltiples impactos de bala y, aunque fue trasladado a un hospital, falleció a los pocos minutos. Durante el ataque, su equipo de seguridad repelió la agresión, abatiendo a uno de los atacantes y logrando la detención de otros dos presuntos implicados.

En el suceso también resultó herido un regidor del ayuntamiento. El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, y el Gabinete de Seguridad federal condenaron el crimen y aseguraron que no quedará impune.

El fiscal general del estado, Carlos Torres Piña, informó que se recuperaron siete casquillos percutidos y un arma calibre 9 milímetros en la escena. Este asesinato subraya la grave crisis de seguridad en Michoacán, donde operan diversos grupos delictivos, y recuerda que un año antes, el periodista Mauricio Cruz Solís fue asesinado en la misma plaza tras entrevistar a Manzo.