El asesinato ha sido un catalizador para el descontento social.

Durante su funeral, el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, fue recibido con abucheos y gritos de “¡Fuera, asesino!”. La viuda del alcalde, Grecia Quiroz, pronunció un emotivo discurso en el que lo llamó “el mejor presidente de México” y exhortó a la ciudadanía a continuar su lucha. La indignación escaló a protestas en Morelia, donde manifestantes irrumpieron en el Palacio de Gobierno, causando destrozos. Diversas organizaciones, como la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y la COPARMEX, así como el gobierno de Estados Unidos, han condenado el crimen y exigido acciones contundentes contra la delincuencia organizada.