El asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, ha conmocionado a México, desatando una ola de protestas y un intenso debate sobre la estrategia de seguridad nacional. El crimen, perpetrado durante un evento público el 1 de noviembre, subraya la vulnerabilidad de los funcionarios que, como Manzo, confrontan abiertamente al crimen organizado. Carlos Manzo, un popular alcalde independiente de 40 años conocido como “el del sombrero”, se había distinguido por su postura frontal contra los cárteles que operan en Uruapan. En repetidas ocasiones, había denunciado públicamente la infiltración del narco, la extorsión a productores y la falta de apoyo federal, llegando a expresar su temor de ser asesinado: “No quiero ser un presidente municipal más en la lista de los ejecutados”. El ataque ocurrió durante la inauguración del Festival de las Velas, frente a su hijo y cientos de ciudadanos.
Recibió al menos siete disparos y falleció en un hospital.
Uno de los agresores fue abatido en el lugar por los escoltas del edil.
La investigación ha identificado al presunto autor material como Osvaldo Gutiérrez Vázquez, “El Cuate”, un joven de entre 17 y 19 años originario de Apatzingán y supuestamente ligado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El arma utilizada en el crimen ha sido vinculada balísticamente con otros dos homicidios recientes en la zona. La respuesta del gobierno federal ha sido mixta; la presidenta Claudia Sheinbaum condenó el “cobarde atentado” y prometió que “no habrá impunidad”, pero también atribuyó la violencia a las estrategias fallidas de gobiernos anteriores, como la “guerra contra el narco”. Este discurso ha generado críticas por politizar la tragedia.
El homicidio ha provocado protestas masivas en Uruapan, Morelia y Apatzingán, algunas de las cuales se han tornado violentas con actos de vandalismo en edificios gubernamentales, como el incendio del Palacio Municipal de Apatzingán. Ante esto, Grecia Quiroz, viuda de Manzo, ha hecho un llamado a mantener las manifestaciones de forma pacífica para honrar la memoria de su esposo, cuya lucha “siempre fue pacífica, civilizada y en contra de la violencia”.
En resumenEl asesinato del alcalde Carlos Manzo en Uruapan ha expuesto la grave crisis de seguridad en Michoacán, la aparente insuficiencia de las medidas de protección para funcionarios amenazados y ha provocado una fuerte reacción social. Mientras la investigación apunta al CJNG, el gobierno federal defiende su estrategia de seguridad, y la familia del edil pide que la exigencia de justicia se mantenga por la vía pacífica.