Quienes la conocieron destacan su "voluntad inquebrantable, su empatía sin límites y su capacidad de escuchar".
El Centro Fray Juan de Larios la despidió como una "incansable defensora de derechos humanos" y una "gran amiga y aliada que abrió caminos para muchas familias". Su legado es descrito como una herencia de compromiso y humanidad, una "luz en medio de la oscuridad". Sus servicios funerarios se llevaron a cabo en Saltillo, y se ofició una misa en su honor en la Catedral de Santiago de Saltillo.











