Su muerte, ocurrida durante una celebración pública, subraya los riesgos que enfrentan los funcionarios que confrontan directamente a las estructuras delictivas.

Carlos Manzo, de 40 años, se había distinguido por un estilo de gobierno cercano a la gente y una confrontación directa contra la delincuencia.

Fundador del proyecto ciudadano "Movimiento del Sombrero", solía encabezar personalmente operativos de seguridad nocturnos, acciones que documentaba en sus redes sociales para mostrar su compromiso. Esta postura frontal le generó enemistades con el crimen organizado, al punto de que su helicóptero fue atacado a balazos semanas antes de su muerte. Su asesinato ocurrió la noche del 1 de noviembre de 2025, en plena celebración del Festival de las Velas, un evento público de gran relevancia en Uruapan. Un senador lamentó que el crimen fue cometido por un joven de 17 años, presuntamente reclutado por un cártel, lo que evidencia "la evidencia más cruel de un sistema que llega tarde a todo". La muerte de Manzo no silenció su movimiento; por el contrario, se convirtió en el catalizador de una serie de marchas nacionales convocadas por la llamada "Generación Z" y otros colectivos. En ciudades de todo el país, miles de manifestantes portaron sombreros en su memoria, exigiendo justicia y un alto a la violencia. Su abuela, doña Raquel, participó en una de las protestas y declaró entre sollozos que "Morena lo mandó matar".

El legado de Manzo, descrito como un hombre que "no usó corbata, usó sombrero", continúa a través de su viuda, Grecia Quiroz, quien sigue al frente del movimiento.