La presidenta Claudia Sheinbaum ha utilizado la presentación del Paquete Económico 2026 como una plataforma para establecer una narrativa política clara: la precaria situación financiera de Petróleos Mexicanos (Pemex) es una herencia directa de la corrupción de administraciones pasadas. Sheinbaum calificó la deuda de la paraestatal como “la maldita deuda corrupta de Calderón y Peña”, afirmando que su gobierno está obligado a seguir rescatando a la empresa debido a los vencimientos de deuda concentrados en 2025 y 2026. Según la mandataria, el próximo año Pemex tendría que pagar por sí solo 250 mil millones de pesos en intereses, una cifra que, comparó, es más de tres veces el costo del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). El secretario de Hacienda, Édgar Amador Zamora, respaldó esta visión, precisando que el 46% de los vencimientos de la deuda histórica de Pemex recaen en el actual sexenio. La presidenta contrastó el aumento del endeudamiento en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto con una caída drástica en la producción de gasolinas y diésel.
“Endeudaron Pemex y se produjo menos petróleo”, sentenció.
El presupuesto para 2026, calificado como “humanista” por el gobierno, garantiza la continuidad de los programas de bienestar y aumenta la inversión en salud, educación y vivienda, sin crear nuevos impuestos ni aumentar el IVA o el ISR. Los ingresos adicionales provendrán, según Sheinbaum, del combate a la evasión fiscal, la reforma a la Ley de Aduanas y el fortalecimiento del mercado interno.
En resumenLa administración Sheinbaum posiciona la deuda de Pemex como un lastre heredado de los gobiernos neoliberales, utilizando el Paquete Económico 2026 para reforzar su narrativa de rescate estatal y justicia social. Este enfoque político busca justificar el apoyo financiero continuo a la petrolera mientras se distancia de las políticas fiscales de sus predecesores, en un claro realineamiento de prioridades económicas y discursivas.