En el centro del escándalo se encuentran los hermanos Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, vicealmirante y contralmirante respectivamente, y sobrinos políticos del exsecretario de Marina del sexenio anterior, Rafael Ojeda Durán.

Las indagatorias sugieren que esta red no solo operaba con la presunta anuencia de mandos navales, sino que también financiaba campañas políticas de Morena y mantenía vínculos con el crimen organizado. El caso ha escalado políticamente, con señalamientos que alcanzan a figuras como Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco, y los hijos del expresidente López Obrador. La respuesta institucional ha sido contundente: el actual secretario de Marina, Raymundo Pedro Morales Ángeles, reconoció públicamente la corrupción en un discurso durante el desfile militar del 16 de septiembre. “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable callarlo”, declaró, asegurando que la propia Marina dio un “golpe de timón” para desmantelar la red y que la lucha contra la impunidad es central para la transformación. Esta admisión pública en un evento de máxima solemnidad marca un punto de inflexión, buscando deslindar a la actual administración de la Semar de la corrupción heredada y mostrando una postura de cero tolerancia, en parte impulsada por la presión del gobierno de Estados Unidos para obtener resultados en el combate al crimen organizado.