El fallecimiento de Mauricio Fernández Garza, alcalde con licencia de San Pedro Garza García, marca el fin de una influyente y controvertida era en la política de Nuevo León. Su deceso a los 75 años, tras una batalla contra el cáncer de pulmón, genera un vacío de poder en uno de los municipios más ricos de América Latina y reconfigura el panorama del Partido Acción Nacional (PAN) en la región. Fernández Garza, quien gobernó San Pedro Garza García en cuatro ocasiones, además de ser senador y diputado federal, era conocido por su estilo franco y sus posturas firmes en temas de seguridad. Su muerte, ocurrida apenas una semana después de solicitar licencia por motivos de salud, ha provocado una oleada de reacciones de diversas figuras políticas, incluyendo al gobernador Samuel García, quien lamentó su partida y lo calificó como “un Grande de Nuevo León”. La Asociación de Alcaldes también destacó su legado como un “referente de Gobiernos Humanistas”.
Su última gestión quedó inconclusa, dejando a Mauricio Farah, secretario del Ayuntamiento, como encargado del despacho, una transición que el propio Fernández había gestionado para evitar elecciones extraordinarias.
Su influencia se extendía más allá de la alcaldía; también era un destacado promotor cultural y coleccionista de arte, impulsando proyectos como el museo La Milarca. Con su partida, el PAN de Nuevo León pierde a uno de sus liderazgos más visibles y se abre un periodo de incertidumbre sobre el futuro electoral del partido en un municipio clave, un misterio que, según los analistas, se resolverá el próximo año.
En resumenLa muerte de Mauricio Fernández no solo representa la pérdida de una figura política central para el PAN y Nuevo León, sino que también inicia una transición de poder en San Pedro Garza García y deja un legado complejo que seguirá influyendo en el panorama político y cultural del estado.