La confrontación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el empresario Ricardo Salinas Pliego ha escalado a un nuevo nivel, con acusaciones directas de defraudación y amenazas de demandas transnacionales. Este choque de poder evidencia una profunda fractura entre el gobierno de la 4T y uno de los conglomerados empresariales más influyentes del país. El conflicto se avivó cuando la presidenta Sheinbaum, durante su conferencia matutina, se refirió al caso legal que Salinas Pliego enfrenta en Nueva York por la venta de Iusacell a AT&T. La mandataria lo acusó de haber cometido una "defraudación" al vender la telefónica sin informar sobre sus deudas fiscales y, con ironía, le recomendó: “Toma chocolate, paga lo que debes”.
Esto en alusión a una fianza de 25 millones de dólares que el empresario tuvo que pagar para evitar ser arrestado en Estados Unidos.
La respuesta de Grupo Salinas fue inmediata y contundente. En un comunicado, calificó a la presidenta de “gobiernícola”, acusándola de lanzar “calumnias y difamaciones” con “supina ignorancia”.
El grupo empresarial advirtió que está evaluando iniciar demandas por “difamación y daño moral” contra Sheinbaum en tribunales de México y Estados Unidos. Además, acusó al gobierno de usar a Salinas Pliego como un "distractor" para desviar la atención de temas como el polémico traslado a México de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de seguridad de Adán Augusto López.
Este enfrentamiento público representa una escalada significativa en la tensa relación entre el poder ejecutivo y el influyente empresario.
En resumenLa batalla pública entre Sheinbaum y Salinas Pliego representa una lucha de poder crítica. El Ejecutivo utiliza su plataforma para presionar a una figura empresarial clave, quien a su vez desafía la autoridad presidencial con amenazas legales y contra-narrativas, lo que podría redefinir el clima político y de negocios en México.