El futuro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) se ha vuelto un punto central de la agenda política, ante las declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre la posibilidad de reemplazarlo con acuerdos bilaterales. El gobierno mexicano, a través del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha defendido firmemente la estructura trilateral del pacto, asegurando que “está establecido en la ley” en los tres países. Ebrard se mostró optimista sobre la continuidad del T-MEC, comparando la relación comercial con “un matrimonio difícil, pero ahí la llevamos”. Subrayó que los tres países ya realizan consultas coordinadas de cara a la revisión del tratado en 2026, lo que a su juicio demuestra la intención de mantener su formato original.
“Mi pronóstico es que vamos a seguir adelante en esa misma estructura”, afirmó.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum respaldó esta postura, señalando que cualquier cambio requeriría una “revisión muy profunda” en los congresos de las tres naciones.
Sin embargo, la tensión persiste.
Analistas como Carlos Ramírez señalan que México carece de un programa de modernización industrial y agropecuaria para competir en igualdad de condiciones, cometiendo el mismo error que en la negociación del TLCAN original.
Esta dependencia estructural deja a México en una posición vulnerable, donde su principal objetivo parece ser mantener el acceso al mercado estadounidense, incluso bajo nuevas presiones.
La situación se complica con las advertencias sobre el impacto de la reforma judicial mexicana, que según expertos laborales de EE.UU., podría poner en riesgo los compromisos del país en el tratado.
En resumenFrente a las presiones de Estados Unidos para reconfigurar el T-MEC, México defiende la vigencia del acuerdo trilateral como un pilar legal y económico. No obstante, la dependencia estructural de la economía mexicana y las controversias internas, como la reforma judicial, colocan al país en una posición negociadora compleja, donde el principal objetivo es preservar el tratado, aunque sea en un contexto de crecientes asimetrías de poder.