“Mi pronóstico es que vamos a seguir adelante en esa misma estructura”, afirmó.

Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum respaldó esta postura, señalando que cualquier cambio requeriría una “revisión muy profunda” en los congresos de las tres naciones.

Sin embargo, la tensión persiste.

Analistas como Carlos Ramírez señalan que México carece de un programa de modernización industrial y agropecuaria para competir en igualdad de condiciones, cometiendo el mismo error que en la negociación del TLCAN original.

Esta dependencia estructural deja a México en una posición vulnerable, donde su principal objetivo parece ser mantener el acceso al mercado estadounidense, incluso bajo nuevas presiones.

La situación se complica con las advertencias sobre el impacto de la reforma judicial mexicana, que según expertos laborales de EE.UU., podría poner en riesgo los compromisos del país en el tratado.