En cambio, sobre la situación en Perú, Sheinbaum fue explícita en su apoyo a Pedro Castillo, pidiendo “que se libere a Castillo y que tenga un juicio justo”.

Atribuyó su destitución a factores de “racismo y un clasismo muy grande”. Analistas y medios de comunicación han interpretado este contraste como un “doble rasero” en la aplicación de la Doctrina Estrada, el principio histórico de no intervención de México. La crítica sugiere que el gobierno mexicano interviene discursivamente en países donde simpatiza con ciertos actores políticos (como Castillo), pero apela a la no intervención para evitar posicionarse en casos contrarios a sus afinidades ideológicas, como el de Machado frente al régimen de Nicolás Maduro. Esta práctica, señalan los especialistas, “debilita la coherencia y credibilidad de la política exterior mexicana”.