Funcionarios del gobierno de Trump, bajo condición de anonimato, afirmaron que Estados Unidos está “centrado en trabajar con México en lugar de realizar ataques unilaterales”. Esta colaboración, reforzada por la visita del Secretario de Estado Marco Rubio, ha sido descrita por él mismo como “la cooperación en materia de seguridad más estrecha que hemos tenido nunca”. La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido enfática en su rechazo a la intervención, declarando que “el pueblo de México bajo ninguna circunstancia aceptará intervenciones”.

Sorprendentemente, esta postura ha tranquilizado incluso a miembros del Cártel de Sinaloa, quienes, según entrevistas, temen más a las luchas internas que a una acción militar estadounidense.

Sin embargo, analistas advierten sobre la volatilidad de Trump, como David Mora del International Crisis Group, quien señaló que “el problema es la volatilidad e imprevisibilidad del gobierno de Trump”. La profunda interdependencia económica, con un comercio anual de 950,000 millones de dólares, actúa como un fuerte disuasivo. No obstante, encuestas revelan una división en la opinión pública mexicana: aunque más del 60% se opone a una intervención, un 31% la vería con buenos ojos, especialmente en zonas afectadas por la violencia, donde algunos la consideran una solución atractiva para restaurar la paz.