La reacción política ha sido mixta.

Mientras senadores del PAN como Marko Cortés y Laura Esquivel, así como el dirigente estatal del PRI, Memo Valencia, condenaron enérgicamente el crimen y exigieron acciones contundentes, el Congreso de Michoacán, de mayoría oficialista, guardó un notable silencio institucional. Valencia incluso propuso cancelar la sesión solemne programada en Apatzingán como señal de protesta, afirmando que “los ideales de José María Morelos han sido sepultados”. Esta falta de pronunciamiento unánime ha sido interpretada como una normalización de la violencia que azota a la región.