El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, defendió la estrategia de seguridad del gobierno de Claudia Sheinbaum ante el Senado, asegurando que “está funcionando” y que se avanza en la pacificación del país. Su comparecencia fue notable por el reconocimiento, incluso de la oposición, de un giro en la política de seguridad, abandonando la estrategia de “abrazos, no balazos” del sexenio anterior. Durante la glosa del Primer Informe de Gobierno, García Harfuch presentó datos que muestran una reducción del 32% en el promedio diario de homicidios, lo que, según él, significa “27 homicidios menos diarios que en septiembre de 2024”. Reportó la detención de más de 35,000 personas por delitos de alto impacto, la incautación de 98 millones de litros de combustible robado (“huachicol”) y el desmantelamiento de más de 1,500 laboratorios clandestinos de drogas.
Aunque reconoció que la seguridad no es un “tema resuelto” y que persisten crímenes graves, insistió en que los resultados son “medibles y significativos”.
Un momento clave fue la reacción de los partidos de oposición. Senadores del PAN, MC e incluso del Partido Verde, aliado de Morena, reconocieron un cambio respecto al enfoque pasivo de la administración anterior.
El panista Francisco Ramírez Acuña elogió al gobierno por estar “dejando atrás los ‘abrazos, no balazos’ y, además, que demuestre que sí se puede enfrentar a los delincuentes”.
No obstante, el senador del PRI, Miguel Riquelme, cuestionó las cifras oficiales, afirmando que “la realidad en las calles retrata otra imagen, muy distinta a la narrativa mediática oficial”. La actuación de García Harfuch, centrada en datos específicos y en la coordinación interinstitucional, fue bien recibida por la coalición gobernante y generó un tono menos confrontacional de lo habitual por parte de la oposición, posicionándolo como una figura central y eficaz en el gabinete de Sheinbaum.
En resumenLa comparecencia de Omar García Harfuch en el Senado consolidó un cambio importante en la política de seguridad de México, con un amplio reconocimiento político del fin de la era de “abrazos, no balazos”. Mientras el gobierno presume reducciones significativas en la criminalidad y la oposición reconoce el cambio de estrategia, persisten profundos desacuerdos sobre la veracidad de los datos y la percepción real de seguridad entre los ciudadanos.