La presidenta Sheinbaum reaccionó enérgicamente, calificando la medida como "unilateral" y sin fundamento.

"México no es piñata de nadie, a México se le respeta", declaró, sugiriendo que la decisión podría tener un "fondo político" o buscar apoyar a empresas estadounidenses. Descartó eliminar el decreto que traslada los vuelos de carga al AIFA, señalando que sería "irresponsable" y podría provocar "problemas de seguridad aérea en el AICM" debido a la saturación. Kenneth Smith Ramos, exjefe negociador del T-MEC, interpretó la acción como parte de una "estrategia de Estados Unidos de presionar en diversos frentes" en vísperas de la revisión del tratado comercial. Sheinbaum ha instruido al canciller Juan Ramón de la Fuente a buscar un diálogo con sus homólogos estadounidenses y ha programado reuniones con las aerolíneas afectadas (Aeroméxico, Volaris y VivaAerobús), confiando en alcanzar un acuerdo favorable.