Esta postura marca un punto clave en la dinámica de poder y soberanía entre ambas naciones, en un contexto de alta tensión por la violencia del crimen organizado. El Secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, declaró que, aunque Washington considera a los cárteles como organizaciones terroristas con un poder superior al de las fuerzas locales en algunas regiones de México, no se enviarán tropas. “Cualquier intervención de Estados Unidos queda descartada”, afirmó la presidenta Claudia Sheinbaum, respaldando la declaración de Rubio y subrayando que existe un “entendimiento con el Gobierno de Estados Unidos para los temas de seguridad, en donde se garantiza la soberanía”. Sheinbaum criticó a quienes en México piden una intervención, calificando su visión de “muy poco patriota”. Rubio, por su parte, condicionó el apoyo a una petición formal: “podemos ayudarlos con equipo, capacitación, intercambio de inteligencia y todo tipo de ayuda que podamos ofrecerles si la solicitan.

Tienen que pedirla”.

Las declaraciones se produjeron en el marco de la cumbre del G7, donde Rubio y el canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, conversaron sobre los avances en la colaboración bilateral. La SRE informó que el grupo de seguimiento de alto nivel se reunirá próximamente en la Ciudad de México. Este diálogo ocurre en paralelo a un memorándum secreto del Departamento de Justicia estadounidense que, según informes, avala ataques a barcos de narcotraficantes basándose en la premisa de que EE.UU. está en un “conflicto armado” con los cárteles, una idea derivada de afirmaciones de la administración Trump.