Los disturbios comenzaron cuando manifestantes utilizaron martillos, piedras, sogas y otras herramientas para derribar las barreras de seguridad. La respuesta de los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) fue el uso de gases lacrimógenos y polvo de extintores para dispersar a la multitud. Esto provocó un enfrentamiento que duró casi cuatro horas, con intercambio de pedradas y el uso de artefactos explosivos caseros y cohetones por parte de algunos manifestantes. La Secretaría de Gobernación (SG) y la SCJN condenaron los hechos, señalando que “desvirtúan el propósito legítimo de cualquier manifestación”. El saldo oficial, según el jefe de la policía, Pablo Vázquez, fue de 120 personas lesionadas, incluyendo 100 policías (40 de ellos hospitalizados) y 20 civiles, además de 40 personas detenidas. El secretario de Gobierno, César Cravioto, responsabilizó a los convocantes de la violencia, afirmando que “la responsabilidad de ninguna manera es de las fuerzas policíacas de la ciudad”, ya que la policía solo actuó para “proteger Palacio Nacional, la Corte y repeler las agresiones”. Por su parte, la presidenta Sheinbaum condenó la violencia y afirmó que “nunca hay que utilizar la violencia para cambiar”.