Su respuesta ante las críticas fue contundente: “¿Creen que nos van a debilitar?

¡No!

Más fuerte soy”.

Por su parte, figuras de la oposición como el dirigente del PRI, Alejandro Moreno, y el del PAN, Jorge Romero, condenaron la “respuesta violenta del Estado” y ofrecieron apoyo legal a los detenidos, calificándolos de “presos políticos”. La relatora de la ONU, Gina Romero, expresó su preocupación por el “uso excesivo de la fuerza” y urgió al gobierno mexicano a “detener la estigmatización de la protesta pacífica”. La controversia se agudizó con la convocatoria a una segunda marcha para el 20 de noviembre, coincidiendo con el desfile de la Revolución Mexicana, lo que eleva la tensión y perfila un nuevo capítulo en este pulso de poder.