En respuesta, la oposición, a través de líderes como Alejandro Moreno del PRI y Jorge Romero del PAN, condenó la “represión” policial durante la marcha, exigió la liberación de los detenidos, a quienes calificaron de “presos políticos”, y negó haber organizado la movilización. El PRI incluso exigió la renuncia de la titular de la CNDH, Rosario Piedra, por su “silencio cómplice”.

Este episodio ha evidenciado una profunda polarización, donde el gobierno ve una conspiración desestabilizadora y la oposición una respuesta autoritaria a un descontento social legítimo.