Los conciertos, que congregaron a 65,000 personas cada noche, fueron una celebración del legado del britpop, con un repertorio cargado de clásicos como “Wonderwall”, “Don’t Look Back in Anger” y “Champagne Supernova”. Uno de los momentos más virales fue cuando Liam Gallagher interpretó “Wonderwall” portando un sombrero de charro, un gesto que fue recibido con euforia por la multitud.

El impacto del evento trascendió lo musical, generando una derrama económica estimada entre 850 y mil millones de pesos y una ocupación hotelera cercana al 80% en zonas aledañas. Según datos de Ticketmaster, el 10% del público fue extranjero, proveniente de 79 países, consolidando a la Ciudad de México como un punto estratégico en el circuito internacional de entretenimiento en vivo.