El resultado son montajes sorprendentemente realistas que muestran a los usuarios en situaciones cotidianas junto a sus artistas favoritos, como si se tratara de un recuerdo personal. Esta tendencia refleja no solo el avance y la democratización de la tecnología de IA, sino también una evolución en la cultura de los fans, quienes ahora tienen la capacidad de construir y compartir narrativas visuales personalizadas, borrando lúdicamente las fronteras entre la realidad y la ficción en el espacio digital.
La tendencia de las 'fotos Polaroid' con famosos: La inteligencia artificial crea recuerdos imposibles
Una nueva tendencia viral ha inundado las redes sociales, donde los usuarios generan fotografías de estilo Polaroid junto a sus celebridades favoritas utilizando inteligencia artificial. Este fenómeno no solo demuestra la creciente accesibilidad de las herramientas de IA, sino que también explora el deseo de los fanáticos de crear conexiones imaginarias con sus ídolos. La dinámica, que se ha popularizado en plataformas como TikTok, consiste en utilizar aplicaciones de inteligencia artificial generativa, como Google Gemini o ChatGPT, para crear imágenes que imitan el formato de las cámaras instantáneas clásicas. Los usuarios combinan una fotografía personal con una de su celebridad predilecta y, mediante un texto de instrucción o *prompt* específico, le piden a la IA que fusione ambas imágenes en una sola escena con una estética retro. El *prompt* suele incluir detalles como “genera una foto tomada con cámara Polaroid”, “efecto de desenfoque ligero”, “flash nocturno” y la crucial indicación de “no cambies la cara” para mantener la identidad de las personas.



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Origen de la luz, luz poderosa,Luz que ilumina el sol, las once esferas;Luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?Lope de Vega Hace unas semanas leía yo a Juan Villoro en su excelente columna del Reforma. Su artículo se titulaba La locura del diamante y me llamó mucho la atención una frase que utilizó en su texto: “...había ardido con su propia luz”. En un mundo que a menudo premia la imitación, la adaptación y la conformidad, la idea de “arder con tu propia luz” se erige como un acto de profunda rebeldía y autenticidad. No se trata de un simple eslogan de autoayuda, sino de una filosofía de vida que invita a encender la chispa interior que nos define, a alimentar nuestra singularidad y a iluminar el camino no con la antorcha prestada de otros, sino con el fuego que nace de nuestro propio ser. Este concepto, poético en su formulación, es pragmático en su exigencia: requiere introspección, valor para enfrentar la oscuridad propia y la fortaleza para brillar, incluso cuando ese brillo desafía la norma. La primera y más crucial batalla para arder con luz propia se libra en el interior. Vivimos en una era de ruido constante, donde las expectativas sociales, los mandatos familiares y el zumbido digital crean un eco ensordecedor que ahoga la voz interna. Antes de poder irradiar hacia fuera, debemos aprender a escucharnos dentro. Este proceso de introspección—de preguntarnos qué nos apasiona, qué valores nos definen y qué huella deseamos dejar— es el combustible necesario para encender nuestra llama. Figuras históricas como Virginia Woolf, con su prosa introspectiva y su desafío a las convenciones literarias y sociales, o Vincent van Gogh, cuyo pincel ardía con una visión única e incomprendida en su tiempo, no siguieron un manual de éxito. Ellos excavaron en su dolor, su genialidad y su percepción única del mundo para encontrar una luz tan potente que, con el tiempo, iluminó a generaciones enteras. Sin embargo, arder con luz propia implica, inevitablemente, aceptar el riesgo de ser visible. La luz atrae tanto a polillas como a críticos. Brillar auténticamente puede generar incomprensión, envidia o incluso rechazo. La presión social para apagarse, para atenuar el brillo y fundirse en la penumbra gris de lo común, es poderosa. Es aquí donde el acto de arder se convierte en un acto de valentía. Es la decisión consciente de preferir la autenticidad radiante al confort de la invisibilidad. La artista Frida Kahlo no sólo pintó su dolor físico y emocional, sino que lo transformó en arte crudo y vibrante. Ardió con la intensidad de sus experiencias, y aunque su luz surgió de la tormenta, se negó a que la apagaran, desafiando toda norma estética y social de su época. Su luz era áspera, personal e inconfundiblemente suya. Arder con tu propia luz trasciende el mero individualismo. No es un acto narcisista de brillar para cegar a los demás, sino de iluminar para guiar. Una luz auténtica tiene un poder catalizador; muestra a otros que es posible ser diferente, que hay valor en la singularidad. Funciona como un faro que, sin imponer una ruta, revela que existen otros caminos. En este sentido, la luz personal se convierte en un legado. Columnista: Antonio Peniche GarcíaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0


