Sin embargo, la decisión generó una reacción negativa por parte de figuras conservadoras.

El expresidente Donald Trump calificó la elección de “absolutamente ridícula”, afirmando no saber quién era el artista. A estas críticas se sumó el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, quien la consideró una “terrible decisión” y sugirió al cantante de country Lee Greenwood como un mejor “modelo a seguir”. La controversia se centra en las posturas políticas percibidas de Bad Bunny, particularmente sus críticas a las políticas migratorias de Estados Unidos y su abierta defensa de la identidad puertorriqueña. Un artículo de análisis sugiere que el descontento no es solo político, sino que se debe a que el artista canta exclusivamente en español, desafiando las normas culturales en un evento de tal magnitud. En respuesta, Bad Bunny utilizó su participación como anfitrión en el programa “Saturday Night Live” para dirigirse a sus detractores con humor, declarando en español que tienen “cuatro meses para aprender” el idioma antes de su presentación. Este nombramiento, que coincide con su reconocimiento por Billboard como el artista latino más importante del siglo XXI, ha posicionado el espectáculo de medio tiempo como un escenario de disputas simbólicas sobre identidad, idioma y representación en la cultura global.