La tradición de la ofrenda se basa en el “meximalismo”, una estética de la abundancia donde cada elemento —desde la flor de cempasúchil y las velas hasta la comida y los objetos personales del difunto— tiene un propósito sensorial y simbólico para guiar y recibir a las almas. La simplificación extrema, según los detractores, reduce la ofrenda a un mero objeto decorativo, ignorando su riqueza ritual. El debate también toca el tema de la globalización de la festividad, impulsada en parte por películas como “Coco” de Disney, lo que ha llevado a su adopción y, en algunos casos, a una reinterpretación que diluye su esencia original. La controversia pone de manifiesto la tensión entre la evolución de las tradiciones y la preservación de su autenticidad cultural.