Los directores han descrito la película como una “historia feminista” inspirada en figuras como Mary Shelley.
La producción, a cargo del estudio independiente Cinema Fantasma, fue un proyecto artesanal que tardó más de cuatro años en completarse, requiriendo la fabricación a mano de más de 140 marionetas y 50 escenarios.
El financiamiento fue un desafío significativo, llevando a los hermanos Ambriz a hipotecar dos casas para poder materializar su visión. El respaldo de Guillermo del Toro, quien la calificó como “el futuro de animación en México”, fue clave para su proyección. Antes de su estreno comercial, la cinta fue seleccionada en prestigiosos festivales internacionales como el de Annecy, consolidando su valor artístico a nivel global. El éxito en taquilla, con funciones agotadas en la Cineteca Nacional, refleja el gran interés del público por una propuesta de animación diferente y con una fuerte identidad mexicana.








