El cineasta mexicano estableció un paralelismo entre la arrogancia del personaje de Víctor Frankenstein y la de los “tech bros” (magnates tecnológicos) actuales, quienes, en su opinión, crean herramientas sin considerar las consecuencias. Del Toro aclaró que su principal preocupación no es la inteligencia artificial en sí, sino la “estupidez natural”, refiriéndose a los errores humanos que impulsan los desastres globales. Sostuvo que la esencia del arte reside en la experiencia, la emoción y la imperfección humana, cualidades que un algoritmo no puede replicar. “Unos y ceros no obtienen la alquimia que se logra con emoción y experiencia. Se obtiene la información, pero no el alma”, afirmó.
Esta firme declaración de uno de los directores más queridos del mundo ha resonado fuertemente en redes sociales y medios de comunicación, posicionándose como una voz influyente en la discusión sobre el futuro de la creatividad.








