En ciudades como Piedras Negras, Coahuila, “las calaveras de azúcar conviven con las calabazas talladas”.
Sin embargo, lejos de ser un reemplazo, esta convivencia se percibe como una forma de resistencia cultural.
Las familias siguen montando sus altares con pan de muerto, veladoras y flores, manteniendo viva la esencia de recordar a sus seres queridos con color y comida.
Este fenómeno refleja un México híbrido y resiliente, donde las tradiciones ancestrales no solo sobreviven, sino que se adaptan y reafirman su identidad frente a la globalización.








