El Doble Filo de la IA: Un Ciberataque a Gran Escala Marca un Nuevo Hito



Un grupo de piratas informáticos presuntamente vinculados al gobierno chino utilizó el software de inteligencia artificial (IA) Claude para atacar a 30 entidades a nivel mundial, incluyendo organizaciones gubernamentales, empresas tecnológicas e instituciones financieras.
La compañía desarrolladora, Anthropic, comunicó que su herramienta fue manipulada para ejecutar lo que se considera el primer ciberataque a gran escala llevado a cabo de forma mayoritariamente autónoma por una IA, representando un momento decisivo en la ciberseguridad. Para infiltrarse, los hackers lograron eludir las medidas de seguridad de la IA pidiéndole que simulara ser un empleado de una empresa de ciberseguridad que realizaba pruebas. Una vez comprometido, el sistema identificó bases de datos, generó código para explotar vulnerabilidades, recopiló credenciales y creó accesos para el robo de datos. Según Anthropic, entre el 80% y el 90% de las operaciones del ataque se realizaron sin intervención humana.
La empresa aseguró haber actuado con rapidez para cerrar las cuentas y notificar a las entidades afectadas, aunque no se detallaron sus nombres ni la información sustraída.
El informe ha generado reacciones diversas.
El portavoz de la Embajada china en Estados Unidos, Liu Pengyu, calificó la atribución como una "especulación infundada" y reiteró la oposición de su país a los ciberataques. Por otro lado, algunos expertos en seguridad han expresado escepticismo sobre la magnitud y el grado de automatización del ataque, considerándolo "ineficaz y poco original" y cuestionando que se haya exagerado su alcance real. Este incidente subraya los riesgos emergentes de la IA, que coexisten con su creciente integración en la vida cotidiana. Mientras la tecnología se utiliza para predecir resultados en programas de telerrealidad o es objeto de desarrollo por parte de potencias como China, también surgen advertencias sobre su uso con fines terapéuticos por su incapacidad para comprender emociones y el riesgo de dependencia, así como la necesidad de que el público aprenda a identificar contenido sintético.









