Contrastes del Campo Mexicano: Entre el Apoyo Local y la Incertidumbre Nacional



En un extremo, gobiernos locales impulsan la producción con programas directos. En Oaxaca, la administración del gobernador Salomón Jara ha destinado 75 millones de pesos para fortalecer el cultivo de maíz en la Sierra Sur, beneficiando a nueve mil familias a través de programas como 'Autosuficiencia Alimentaria' y 'Abasto Seguro de Maíz'. Los apoyos se extienden a productores de mezcal, miel y café mediante proyectos de agronegocios y certificaciones. De manera similar, en Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, el ayuntamiento distribuye más de 700 bultos de semilla de avena a los agricultores para asegurar los ciclos de siembra y planea gestiones para adquirir implementos agrícolas. En contraparte, los productores de Tamaulipas enfrentan un escenario crítico que califican como un abandono por parte del gobierno federal. A pesar de que las lluvias permitieron buenos rendimientos de sorgo, superando las dos toneladas y media por hectárea, el precio de venta, que finalizó en 3,600 pesos por tonelada, resulta insuficiente para cubrir los costos de inversión. El diputado federal César Augusto Verástegui Ostos denuncia que los costos de producción en México duplican a los de Estados Unidos, mientras los precios se fijan en mercados internacionales sin una regulación que proteja al sector nacional. Los campesinos se preparan para el siguiente ciclo con incertidumbre económica y falta de recursos.
Chihuahua refleja una situación mixta: mientras cultivos como el maíz y el frijol tuvieron buenas cosechas gracias a las lluvias, la producción de nuez disminuyó por la escasez de agua en la región centro sur. Aunque un repunte en los precios de la nuez podría compensar parcialmente las pérdidas, la baja rentabilidad de otros granos por los precios internacionales subraya una problemática generalizada. Este panorama evidencia que, más allá de los apoyos locales, la viabilidad del campo mexicano depende de factores estructurales como las políticas federales, la volatilidad de los mercados y la gestión hídrica.














