Operación Lanza del Sur: La Controversial Estrategia Antidrogas de Trump en América Latina



La “Operación Lanza del Sur”, un proyecto impulsado personalmente por el asesor presidencial Stephen Miller, ha resultado en la muerte de más de 80 personas y la destrucción de 22 lanchas en el Caribe y el Pacífico desde septiembre. La campaña de ataques, liderada por el Pentágono, forma parte de una política intervencionista más amplia del presidente Donald Trump en América Latina, que incluye acciones encubiertas de la CIA en Venezuela y la amenaza de extender las operaciones militares a México. La legitimidad de la operación ha sido puesta en duda dentro del propio gobierno estadounidense, principalmente por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y otras agencias que se han mostrado escépticas desde la primavera. Las principales preocupaciones giran en torno a si es legal matar a presuntos narcotraficantes de bajo nivel sin conocer sus identidades y si existe una amenaza real que justifique la autodefensa, ya que no se ha identificado a grupos armados organizados que busquen atacar a ciudadanos estadounidenses. Fuentes anónimas y exasesores presidenciales señalaron que la operación se lanzó sin un respaldo de asesoría legal sólido, tras la desaparición de la oficina de asesoría legal del Consejo de Seguridad Nacional y una reestructuración en las fuerzas armadas para eliminar a posibles opositores. En el contexto regional, esta estrategia militarista es vista como una herramienta de coacción.
Se cuestiona la necesidad del mayor despliegue militar en la región desde la Guerra Fría para atacar pequeñas embarcaciones, una tarea que podría ser manejada por la Guardia Costera. La retórica de Trump, que compara a los cárteles con grupos como Al Qaeda o Isis y se refiere a México como un “narcoestado”, socava la confianza y la colaboración en la lucha antidrogas. La relación con México ejemplifica esta tensión.
A pesar de que Trump ha reconocido “avances históricos” y una “cooperación extraordinaria” por parte de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, también ha manifestado no estar “contento” y no descarta autorizar ataques dentro de territorio mexicano. En respuesta, Sheinbaum ha rechazado categóricamente cualquier intervención militar extranjera, defendiendo la soberanía nacional, aunque manteniendo la disposición a colaborar en materia de inteligencia y operaciones dentro de su territorio.












