Entre la seguridad y la soberanía: Ecuador decide en las urnas el alcance del poder presidencial



Este domingo, Ecuador se encuentra en una encrucijada decisiva con la celebración de un referéndum y consulta popular que podría redefinir su estructura institucional. Convocados por el presidente Daniel Noboa, cerca de 14 millones de ciudadanos deben votar de manera obligatoria sobre una serie de reformas constitucionales diseñadas para fortalecer al Ejecutivo en su lucha contra el crimen organizado, que ha escalado hasta convertir al país en el más violento de Sudamérica. La consulta, que representa el décimo referéndum en los últimos veinte años, incluye propuestas de alto impacto como la posibilidad de permitir la instalación de bases militares extranjeras, reducir el número de asambleístas y eliminar el financiamiento público a los partidos políticos. El presidente Noboa ha enmarcado la votación como una herramienta democrática para “reafirmar el cambio” y obtener el respaldo popular para una agenda que, según él, ha sido obstaculizada por otros sectores políticos y fallos judiciales que anularon leyes clave de su gobierno.
La jornada electoral se desarrolla en un contexto de violencia generalizada, donde el narcotráfico y la extorsión se han normalizado. El sentir ciudadano, palpable en los centros de votación de ciudades como Quito y Guayaquil, es una mezcla de cansancio y un anhelo de estabilidad y seguridad. Los votantes expresan su deseo de “no tener más miedo” y la esperanza de que algo pueda mejorar en el país.
El resultado de esta consulta tendrá profundas consecuencias tanto a nivel nacional como regional.
Una victoria del “Sí” otorgaría a Noboa un significativo impulso político y un mayor margen de maniobra para implementar sus reformas. Por el contrario, un triunfo del “No” lo forzaría a buscar consensos en un escenario político complejo.
Gobiernos vecinos y organismos internacionales observan con atención, pues el fortalecimiento de poderes presidenciales y la posible presencia militar de Estados Unidos podrían sentar un precedente en América Latina.











