
Iniciativas por la justicia y el bienestar de las mujeres en México



En distintas regiones de México se están implementando acciones para garantizar los derechos, la seguridad y el acceso a la justicia para las mujeres. En Chihuahua, avanza en el Congreso la “Ley Beatriz”, una iniciativa impulsada por la gobernadora Maru Campos que busca corregir errores judiciales en casos de mujeres y grupos vulnerables que no tuvieron un juicio justo. La ley, que toma su nombre del caso de una mujer rarámuri sentenciada sin una defensa adecuada, establecerá un Comité Técnico para analizar cada solicitud de manera individual y ha sido aprobada por unanimidad en la Comisión de Justicia.
En el ámbito municipal y estatal, se promueven espacios de diálogo y apoyo. En Pantelhó, Chiapas, el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar inauguró un Centro LIBRE, parte del Programa de Atención Integral para el Bienestar de las Mujeres, con el objetivo de garantizar una vida libre de violencia para niñas y mujeres en la región. Esta acción se enmarca en un esfuerzo por consolidar la paz y el diálogo en los pueblos originarios, con el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum. De manera similar, en Cuautitlán, la presidenta municipal Juana Carrillo Luna encabezó la asamblea 'Voces por la Igualdad y contra la Violencia', un foro para que las mujeres compartan experiencias y propuestas. En San Fernando, la alcaldesa Verónica Aguirre también convocó a una asamblea con el mismo nombre, destacando la colaboración entre los tres niveles de gobierno para erradicar la violencia de género. Paralelamente a estas iniciativas, la sociedad civil exige justicia ante la violencia feminicida.
En Ozumba, el caso de Itzel Díaz, una joven de 23 años cuyo cuerpo fue localizado tras su desaparición, ha generado indignación y protestas. Familiares, colectivos feministas y vecinos demandan que se castigue al presunto responsable y han criticado a las autoridades locales por la falta de medidas de seguridad en el municipio, lo que derivó en manifestaciones y destrozos en edificios públicos.
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Diputados señalan que dejar las tesorerías municipales sin recursos no es un acto que afecte a la autoridad entrante, sino a la población que requiere atención constante

La democracia liberal que inició en Occidente después de la Revolución Francesa y la Guerra de Independencia de EU está herida de muerte. Sus enemigos la han infiltrado usando sus debilidades y, además, volteando la tortilla, es decir, acusando al adversario político de hacer o querer hacer lo que ellos están haciendo. Un poco confuso el juego de palabras, pero trataré de establecer unos ejemplos. La derecha es represiva, pero los gobiernos de izquierda son los que fuerzan y prohíben conductas. El wokismo es exactamente eso: la imposición de una serie de reglas y creencias a la fuerza. Si usted no dice que ese señor disfrazado de mujer es mujer lo acusaremos de delito de odio. En la derecha liberal, libertaria (ya sabe que no se sabe) un señor es libre de disfrazarse de mujer y yo soy libre de decirle hombre o mujer. Justamente ayer leí que prohibir el lenguaje inclusivo, que es una imposición, es como quemar libros. Meando fuera del tiesto, como diría mi yayo. Pero es donde estamos. Y es que el mundo occidental está siendo sometido a un ejercicio dogmático para acabar con la individualidad e impulsar el colectivismo. ¿Por qué? Pues porque el Estado es el intérprete legítimo de la voluntad colectiva. Occidente ya peleó contra eso. La democracia liberal ha defendido a sus gobernados como un grupo de individuos, pero el socialismo, el fascismo y el comunismo ven a sus gobernados como un colectivo que debe aceptar lo que sea por el bien de esa propia colectividad. ¿Quién determina qué es el bien? Pues el Estado. Para complicar más la cosa, los Estados en el mundo han incrementado sus dimensiones de manera grotesca durante los últimos dos siglos. Piénselo, cuando las ideas liberales (o libertarias) estaban en su apogeo, el Estado era la hacienda pública, la policía, los bomberos, un cabildo y un alcalde. Ése era el Estado que te importaba si vivías en Zacatlán de las Manzanas o la Aliseda de Tormes en 1840. Hoy los Estados son entes gigantescos de los que vive entre veinte y cuarenta por ciento de la población económicamente activa. Esa población se llama burocracia y vive de eso, por lo que no tiene ningún incentivo de desregular, reducir su tamaño o facilitar las cosas. Los incentivos son los contrarios. Y aquí viene una casualidad, ¿qué requerían el comunismo, el socialismo y el fascismo para funcionar? Un Estado fuerte y todopoderoso. Por lo tanto, mientras más controles y más temas hay que regular, el Estado y la burocracia estarán felices. Imagine usted que Jefferson despertara y le explicaran que el Estado americano tenía departamentos de igualdad e inclusión en la NASA, que es una agencia gubernamental que se dedica a la exploración del espacio. Y así con la electromovilidad, las licencias para esto o para lo otro. El problema es que el modelo no es sostenible en el tiempo. Se ha demostrado una y otra vez y volverá a suceder, porque los Estados requieren dos cosas: recursos para funcionar y votos. Hay un claro conflicto de interés. Sería muy interesante ver una línea del tiempo sobre el porcentaje de impuestos que se cobraba en 1800 y los que se cobran ahora, y eso debería ser suficiente como para probar que el Estado grande va en detrimento del individuo. La tecnología me hace ser más pesimista. Hoy los Estados pueden congelar los recursos de la gente porque saben dónde están y tienen un control regulatorio sobre los bancos. Pero ahora los Estados quieren desaparecer el efectivo y quieren controlar todos los flujos económicos de manera electrónica, como ya lo hace China. Habrá algunos novatos que piensen que eso está muy bien, pero hay casos en China de gente que vive en la miseria porque el Estado lo quiere. Usted consigue un trabajo donde le van a pagar 100, pero el Estado no está de acuerdo porque usted es una persona que sólo debe ganar 20. Se puede controlar. El Estado puede cobrar multas instantáneas, controlar qué, cómo, si puedo fumar, si debo ir a un espectáculo o no. Esto ya es una realidad y, en Europa, la UE va por ello, porque con una población decreciente es urgente controlar los recursos de la gente para mantener a ese Estado gigantesco que se ha vuelto una maldición. El argumento es que el Estado europeo te cuidará… pero ¿qué pasará cuando los musulmanes controlen el Estado europeo? No pinta bien para Occidente. Columnista: Luis F. Lozano OlivaresImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0