Diabetes en México: Una Crisis de Salud Pública entre el Consumo de Azúcar y la Urgencia de Políticas Preventivas



La diabetes se ha consolidado como uno de los mayores desafíos sanitarios en México, donde aproximadamente el 18% de la población adulta, equivalente a 14.6 millones de personas, vive con esta condición. La situación es agravada por el hecho de que un alto porcentaje de los casos permanece sin diagnosticar, lo que conduce a detecciones tardías y complicaciones severas. En 2024, la diabetes fue la segunda causa de muerte en el país, y estados como Veracruz registran las tasas de mortalidad más altas por esta enfermedad a nivel nacional. Expertos señalan que la alta prevalencia de la diabetes tipo 2 está estrechamente ligada a estilos de vida poco saludables, principalmente el elevado consumo de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados. México es uno de los mayores consumidores de refrescos del mundo, con un promedio de 163 litros por persona al año, y se estima que el 30% de los nuevos casos de diabetes están directamente atribuidos a estas bebidas. Factores como el sobrepeso y la obesidad, que afectan a siete de cada diez personas con diabetes, el sedentarismo y la publicidad masiva dirigida a menores, crean un entorno que fomenta el desarrollo de la enfermedad desde edades tempranas. Las consecuencias de la diabetes no controlada son devastadoras, tanto para los individuos como para el sistema de salud.
Entre las complicaciones más graves se encuentran la insuficiencia renal, amputaciones, ceguera y enfermedades cardiovasculares.
Económicamente, representa la enfermedad más costosa para el IMSS y una carga financiera significativa para las familias, con gastos promedio de 4,418 pesos anuales por paciente.
Además, al afectar mayoritariamente a la población en edad laboral, impacta la productividad del país. Aunque se han implementado políticas como el impuesto a las bebidas azucaradas y el etiquetado frontal, que han mostrado resultados modestos en la reducción del consumo, los especialistas coinciden en que se requieren acciones más contundentes. Las propuestas incluyen fortalecer la regulación del marketing, mejorar los entornos alimentarios en escuelas y centros de trabajo, y garantizar el acceso universal a la detección y tratamiento, como lo busca una iniciativa de Ley General. La prevención, a través de la adopción de hábitos saludables como una dieta balanceada y actividad física regular, sigue siendo la herramienta más importante para cambiar el rumbo de esta epidemia.













