El Dilema Arancelario de México: Entre la Protección Nacional y las Presiones del Comercio Global



La propuesta de la Secretaría de Economía para incrementar los aranceles a países con los que México no tiene un tratado comercial ha sido temporalmente detenida. La medida, que buscaba elevar la tarifa promedio del 10% hasta un 35%, e incluso a un 50% para ciertos productos, no fue incluida en la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2026. La Cámara de Diputados aplazó la votación para finales de noviembre de 2025, con el fin de incorporar información de las consultas con los sectores productivos. El titular de Economía, Marcelo Ebrard, ha justificado la iniciativa como una estrategia para proteger la producción nacional, fortalecer la economía y reducir la dependencia del exterior.
Un argumento central es el creciente déficit comercial con Asia, que aumentó un 83% entre 2020 y 2024.
Según Ebrard, si no se toman medidas, este desequilibrio será insostenible.
Aunque se ha afirmado que la política no está dirigida a un país específico, el enfoque en el déficit asiático pone de relieve la relación comercial con naciones como China, Corea del Sur, India y Taiwán, importantes proveedores de insumos para México.
Sin embargo, la propuesta enfrenta una considerable oposición por sus posibles efectos adversos.
Especialistas y organismos como el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) advierten que, si bien los productores nacionales podrían beneficiarse, los consumidores serían los más perjudicados al enfrentar precios más altos y una menor disponibilidad de productos. Por su parte, la Cámara de Comercio y Tecnología México-China ha señalado que el aumento de aranceles encarecería insumos clave para la manufactura de exportación, lo que reduciría la competitividad y presionaría la inflación. La tensión ha escalado al plano diplomático.
El gobierno chino inició una investigación formal sobre los aranceles anunciados y su embajada en México ha manifestado una firme oposición al proteccionismo y a cualquier medida que dañe sus intereses legítimos.
El futuro de esta política arancelaria definirá el rumbo económico de México en la próxima década, equilibrando la protección industrial con los riesgos en las cadenas de valor y las relaciones comerciales internacionales.












