Inmunidad Vulnerada: Incursión Israelí en Sede de la ONU en Jerusalén Genera Condena Internacional



Durante la madrugada del lunes 8 de diciembre, fuerzas policiales israelíes, acompañadas por funcionarios municipales, asaltaron el complejo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en Jerusalén Este. Durante la operación, los agentes cortaron las comunicaciones, confiscaron mobiliario, equipos informáticos y otros bienes, y sustituyeron la bandera de la ONU por una de Israel. Aunque el edificio ya no era utilizado por la UNRWA desde principios de año debido a una orden israelí para cesar sus operaciones, la agencia subraya que el complejo conserva su estatus como propiedad de la ONU.
Las justificaciones sobre el operativo son contradictorias.
Un portavoz de la policía israelí, Dean Elsdunne, declaró que los agentes estaban ejecutando un procedimiento de cobro de deudas por un impuesto predial municipal.
Sin embargo, la UNRWA negó categóricamente esta versión.
Jonathan Fowler, portavoz de la agencia, afirmó que no tienen "ninguna deuda con el municipio, y punto", y que el recinto sigue siendo propiedad de la ONU, protegido por la inmunidad diplomática. La incursión fue condenada enérgicamente por la comunidad internacional. El comisionado general de la UNRWA, Philippe Lazzarini, la calificó como un "flagrante desprecio" de las obligaciones de Israel como Estado miembro de la ONU de proteger la inviolabilidad de sus instalaciones, advirtiendo que sienta un "peligroso precedente" a nivel mundial. El Secretario General de la ONU, António Guterres, también condenó el allanamiento y recordó que toda acción ejecutiva contra bienes de la ONU está prohibida.
Este evento se enmarca en un contexto de crecientes tensiones.
Ocurrió pocos días después de que la Asamblea General de la ONU renovara el mandato de la UNRWA por tres años más. Israel ha acusado a personal de la agencia de estar vinculado con Hamás y de participar en el ataque del 7 de octubre de 2023, acusaciones que la UNRWA afirma no han sido completamente probadas. La sede en Jerusalén ya había sido objeto de acoso, incendios e intimidación, lo que obligó a la reubicación de su personal.
















