Democracia en vilo: Honduras se sumerge en una crisis poselectoral entre acusaciones de fraude e injerencia externa



El proceso electoral de Honduras, celebrado el 30 de noviembre, está sumido en la incertidumbre y la controversia. Con un escrutinio preliminar casi completo (99.4% de las actas), el candidato conservador Nasry Asfura mantiene una ligera ventaja sobre el también derechista Salvador Nasralla. Sin embargo, el resultado final está en suspenso debido a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) debe revisar 2,773 actas con "inconsistencias" antes de proclamar un ganador, para lo cual tiene como fecha límite el 30 de diciembre.
La tensión ha escalado debido a las graves acusaciones de fraude. La presidenta del país, Xiomara Castro, ha denunciado un "golpe electoral en curso", alegando que el proceso estuvo marcado por amenazas, coacción y la "adulteración de la voluntad popular" a través de la manipulación del sistema de resultados preliminares (TREP).
Por su parte, Salvador Nasralla también ha señalado un "fraude" y exige un recuento "voto por voto".
Las sospechas se han visto alimentadas por repetidos fallos informáticos en el sistema de conteo, atribuidos a la empresa colombiana ASD, y por la percepción de politización del CNE.
La situación ha adquirido una dimensión internacional.
La presidenta Castro acusó directamente al gobierno de Donald Trump de "injerencia" por su respaldo a Asfura. En contraste, el Departamento de Estado de EE. UU. declaró no tener conocimiento de "ninguna evidencia creíble" que justifique la anulación de los comicios, una postura que la oposición hondureña interpreta como una presión externa.
Castro también vinculó un reciente indulto de Trump al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en EE.
UU., como una muestra de la alianza de "los conservadores desde Washington" con el crimen organizado. El gobierno hondureño ha anunciado que denunciará la situación ante organismos internacionales como la ONU, la OEA y la Celac.













