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Sanae Takaichi, Primera Ministra de Japón

La conservadora Sanae Takaichi ha hecho historia al convertirse en la primera mujer en ser nombrada primera ministra de Japón. Su ascenso, sin embargo, genera un debate sobre el futuro de los derechos de las mujeres en el país debido a su perfil ideológico.
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Sanae Takaichi, de 64 años y miembro del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), fue elegida primera ministra por el Parlamento japonés, obteniendo 237 de los 465 votos en la Cámara Baja.

Su nombramiento se produjo tras la dimisión de su predecesor, Shigeru Ishiba, en septiembre debido a malos resultados electorales. Takaichi ganó las primarias de su partido el 4 de octubre y aseguró su victoria en el Parlamento tras formar una nueva coalición con el Partido de la Innovación de Japón (Ishin), ya que su ascenso provocó la salida de Komeito, socio del PLD durante 26 años. Takaichi, admiradora de Margaret Thatcher y protegida del ex primer ministro Shinzo Abe, es conocida por su postura ultraconservadora y nacionalista. Se espera que continúe las políticas de Abe, buscando fortalecer la economía y el ejército, además de proponer una revisión de la constitución pacifista de Japón. Entre sus desafíos inmediatos se encuentran la gestión de una economía estancada, el descenso de la población y las relaciones con Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump, quien presiona a Tokio en materia comercial y de defensa. A pesar de ser la primera mujer en liderar el país, Takaichi ha sido criticada por activistas por oponerse a medidas que promueven el avance de las mujeres. Se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo y a que las parejas casadas puedan tener apellidos distintos, además de apoyar la sucesión exclusivamente masculina en la familia imperial.

No obstante, ha prometido un gabinete con un número de mujeres a nivel "nórdico" y ha hablado sobre temas de salud femenina. La llegada de Takaichi al poder ha generado reacciones diversas. Mientras algunos la ven como una pionera y una líder fuerte que podría normalizar la presencia de mujeres en altos cargos, otros temen que su ideología conservadora no se traduzca en un progreso real para la igualdad de género en Japón, un país con una baja representación femenina en la política y el sector empresarial. Su gobierno de minoría necesitará el apoyo de otros partidos para avanzar en su agenda legislativa.

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Programa de la industria europea de defensa: los eurodiputados llegan a un acuerdo con el Consejo

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Un Presidente bombardeando excremento

No cabe duda de que Donald Trump es un presidente diferente. El sábado se llevaron a cabo manifestaciones en varias ciudades de la Unión Americana en contra de las tendencias autoritarias del mandatario estadunidense bajo el lema “no reyes”. ¿Y qué hizo Trump? En sus redes sociales publicó un par de videos generados con inteligencia artificial. En el primero se ve al Presidente subiéndose a un avión de combate que lleva la leyenda “Rey Trump”. Él va vestido de piloto con una corona ceñida sobre su cabeza. Ya en el aire, de pronto se abren las compuertas inferiores de la nave que, literalmente, sueltan un material que parece excremento. Toneladas de inmundicia que caen sobre las manifestaciones “no reyes” de ese día en ciudades como Nueva York. El mensaje es muy claro: me cago en ustedes. Luego subió otro video donde aparece de nuevo con una corona en la cabeza y sosteniendo una espada real. La cámara se panea y se observa a legisladores del Partido Demócrata, como Chuck Schumer y Nancy Pelosi, arrodillándose frente al monarca. Uno diría que el Presidente tiene sentido del humor y no hay que tomar muy en serio este tipo de comunicaciones. Pero hay que recordar que a Trump le chocan los chistes cuando los comediantes los hacen a sus costillas. Tan es así que ha pedido que las cadenas de televisión despidan a los conductores de los programas que hacen monólogos donde se burlan de Trump. Comediantes como Stephen Colbert, Jimmy Kimmel, Jimmy Fallon y Seth Meyers. La verdad es que, como todo político con tendencias autoritarias, Trump carece de sentido del humor. No postea este tipo de videos con un ánimo de divertirse, sino de atacar arteramente a los millones de manifestantes que salieron el sábado a las calles a defender la democracia liberal en ese país. Su respuesta es “me cago en ustedes”. Es indudable que Trump es un genio comunicativo. Al haber posteado dichos videos se robó la nota. Los medios, en lugar de hablar de las manifestaciones, se concentraron en la respuesta presidencial. Trump siempre quiere ser el centro de las atenciones y lo logra. Desde luego que su electorado celebra estas ocurrencias. Les encanta el estilo tan diferente de los presidentes anteriores. Su rudeza a la hora de responder a periodistas que le preguntan cosas incómodas, las groserías que le propina a sus adversarios políticos, el maltrato a líderes internacionales que lo visitan en la Oficina Oval, sus comunicados brutales en las redes sociales. Hasta antes de Trump había una especie de etiqueta en el manejo comunicacional de los presidentes de Estados Unidos. Los mandatarios asumían su papel de jefes del Estado que gobernaban para todos los ciudadanos. Tenían, en este sentido, que guardar las formas. Demostrar dignidad, decoro y mesura con el fin de cuidar la investidura presidencial. Esto le vale un pepino a Trump. Literalmente, se caga en la población estadunidense que no lo apoya. Aquellos que ven con preocupación cómo utiliza el poder presidencial para avasallar a los medios, universidades, firmas de abogados, jueces, opositores en el Congreso y gobiernos locales o miembros de instituciones con autonomía constitucional como la Reserva Federal. El presidente no tiene llenadera. En este segundo periodo le ha dado por vengarse de personajes que se atrevieron a desafiar su poder. Utiliza el aparato gubernamental para perseguirlos judicialmente. Es el caso del exdirector del FBI, James Comey; del exasesor de seguridad nacional, John Bolton, y de la fiscal general de Nueva York, Letitia James. Ahora le ha dado por mandar tropas federales a ciudades gobernadas por demócratas bajo el pretexto falso de que en esas urbes hay una terrible crisis de seguridad. Ya hay presencia de las Fuerzas Armadas en la capital, Washington DC, Los Ángeles y Memphis. Existe la amenaza de su envío a Portland, Chicago, Baltimore y San Francisco. Las manifestaciones “no reyes” precisamente están en contra del uso de las fuerzas militares federales dentro de estas ciudades para tareas de orden público u otras funciones que tradicionalmente gestionan los estados o municipios. También se oponen al uso político de las fuerzas armadas, el debilitamiento de los contrapesos institucionales y los ataques a la prensa crítica. Les preocupa la libertad de expresión, los derechos civiles y la política del “hombre fuerte” que ejerce el Presidente. En suma, son gente que se manifiesta por la vigencia del régimen de democracia liberal en Estados Unidos. Trump, simple y sencillamente, se caga en ellos.   X: @leozuckermann   Columnista: Leo ZuckermannImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

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