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Un Mosaico de Sabores y Realidades: El Pan de Muerto en el México Contemporáneo

El pan de muerto, emblema del Día de Muertos en México, es mucho más que un postre de temporada. Su preparación y consumo revelan un complejo panorama que abarca desde profundas tradiciones regionales hasta innovaciones culinarias, realidades económicas y consideraciones de salud.
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El pan de muerto es un elemento central en la celebración del Día de Muertos, con un origen que se remonta a la época prehispánica con el “papalotlaxcalli”, un pan de amaranto y maíz.

Sin embargo, la forma más conocida actualmente, redonda y con “huesitos”, fue plasmada por primera vez en 1951.

Este pan se coloca en los altares bajo la creencia de que las almas de los difuntos lo disfrutan en su regreso anual. La diversidad cultural de México se refleja en la panadería con una extensa variedad de panes de muerto. En Hidalgo se preparan las “pelucas” con forma de gota; en Mixquic, las “despeinadas” con una cruz al centro; y en Puebla, los “golletes” con azúcar rosa que simboliza la sangre de los sacrificios. Otras variantes incluyen el “pan de yema” de Oaxaca, al que se le añade una carita de alfeñique; las “ánimas” de Guanajuato, con forma de persona recostada; y el “pan conejo” de Chiautla, con sabor a guayaba.

La tradición también da paso a la innovación y a la adaptación casera.

En Texcoco, Estado de México, Xolo Café ha ganado fama por su pan de muerto negro, cubierto con ceniza de totomoxtle y relleno de dulce de camote morado.

Para quienes prefieren prepararlo en casa, existen recetas simplificadas que sustituyen la levadura por polvo para hornear, logrando un pan esponjoso en menos tiempo y con ingredientes como la nuez para darle un sabor distintivo.

Más allá de su sabor, el pan de muerto enfrenta realidades económicas y de salud.

En Mérida, su precio ha aumentado hasta un 25% debido al alza en insumos como harina, azúcar y mantequilla.

A pesar de ello, la gente mantiene la tradición de su consumo. Por otro lado, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) advierte sobre su contenido calórico, señalando que una porción de 100 gramos de pan tradicional contiene aproximadamente 400 kilocalías. La recomendación de sus especialistas es consumir solo la mitad de una pieza y acompañarla con bebidas sin azúcar.

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