
Autorización Judicial para el Despliegue de la Guardia Nacional en Portland



Un tribunal federal de apelaciones del noveno circuito autorizó al presidente Donald Trump a desplegar la Guardia Nacional en Portland, Oregón, a pesar de la oposición de las autoridades estatales. Con una votación de dos a uno, el panel suspendió una orden judicial de un tribunal inferior que bloqueaba la movilización de tropas, otorgando una victoria legal al Departamento de Justicia. El tribunal concluyó que, en esta etapa preliminar, es probable que el presidente haya ejercido legalmente su autoridad al federalizar la Guardia Nacional para proteger al personal y la propiedad federal. La decisión de la administración Trump de enviar 200 soldados se enmarca en las protestas contra sus políticas antimigratorias, que han incluido una campaña de deportaciones en ciudades demócratas. El gobierno justificó la medida citando un alto índice de criminalidad que ha "devastado" la ciudad y actos violentos contra agentes federales, particularmente en las inmediaciones de una instalación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Abogados del Departamento de Justicia mencionaron que manifestantes bloquearon vehículos, arrojaron piedras y encendieron fuego fuera del edificio.
Por su parte, las autoridades de Oregón y la ciudad de Portland consideran el refuerzo militar innecesario, argumentando que las protestas, en su mayoría, no han sobrepasado la capacidad de las fuerzas locales. La jueza federal Karin Immergut había bloqueado inicialmente la acción, determinando que no existía un "peligro de rebelión" o un intento de derrocar al gobierno, y que la Casa Blanca actuaba con "afirmaciones exageradas de violencia". La jueza Susan Graber, en su voto disidente, calificó la decisión de la mayoría como "absurda", argumentando que erosiona principios constitucionales como el derecho de reunión. Graber destacó el carácter particular de las protestas en Portland, conocidas por la participación de colectivos como ciclistas nudistas y manifestantes con disfraces, lo que contrasta con la caracterización del gobierno de Portland como una "zona de guerra". El alcance del fallo se limita a la Guardia Nacional de Oregón, y el estado ya solicitó una nueva audiencia.
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No cabe duda de que Donald Trump es un presidente diferente. El sábado se llevaron a cabo manifestaciones en varias ciudades de la Unión Americana en contra de las tendencias autoritarias del mandatario estadunidense bajo el lema “no reyes”. ¿Y qué hizo Trump? En sus redes sociales publicó un par de videos generados con inteligencia artificial. En el primero se ve al Presidente subiéndose a un avión de combate que lleva la leyenda “Rey Trump”. Él va vestido de piloto con una corona ceñida sobre su cabeza. Ya en el aire, de pronto se abren las compuertas inferiores de la nave que, literalmente, sueltan un material que parece excremento. Toneladas de inmundicia que caen sobre las manifestaciones “no reyes” de ese día en ciudades como Nueva York. El mensaje es muy claro: me cago en ustedes. Luego subió otro video donde aparece de nuevo con una corona en la cabeza y sosteniendo una espada real. La cámara se panea y se observa a legisladores del Partido Demócrata, como Chuck Schumer y Nancy Pelosi, arrodillándose frente al monarca. Uno diría que el Presidente tiene sentido del humor y no hay que tomar muy en serio este tipo de comunicaciones. Pero hay que recordar que a Trump le chocan los chistes cuando los comediantes los hacen a sus costillas. Tan es así que ha pedido que las cadenas de televisión despidan a los conductores de los programas que hacen monólogos donde se burlan de Trump. Comediantes como Stephen Colbert, Jimmy Kimmel, Jimmy Fallon y Seth Meyers. La verdad es que, como todo político con tendencias autoritarias, Trump carece de sentido del humor. No postea este tipo de videos con un ánimo de divertirse, sino de atacar arteramente a los millones de manifestantes que salieron el sábado a las calles a defender la democracia liberal en ese país. Su respuesta es “me cago en ustedes”. Es indudable que Trump es un genio comunicativo. Al haber posteado dichos videos se robó la nota. Los medios, en lugar de hablar de las manifestaciones, se concentraron en la respuesta presidencial. Trump siempre quiere ser el centro de las atenciones y lo logra. Desde luego que su electorado celebra estas ocurrencias. Les encanta el estilo tan diferente de los presidentes anteriores. Su rudeza a la hora de responder a periodistas que le preguntan cosas incómodas, las groserías que le propina a sus adversarios políticos, el maltrato a líderes internacionales que lo visitan en la Oficina Oval, sus comunicados brutales en las redes sociales. Hasta antes de Trump había una especie de etiqueta en el manejo comunicacional de los presidentes de Estados Unidos. Los mandatarios asumían su papel de jefes del Estado que gobernaban para todos los ciudadanos. Tenían, en este sentido, que guardar las formas. Demostrar dignidad, decoro y mesura con el fin de cuidar la investidura presidencial. Esto le vale un pepino a Trump. Literalmente, se caga en la población estadunidense que no lo apoya. Aquellos que ven con preocupación cómo utiliza el poder presidencial para avasallar a los medios, universidades, firmas de abogados, jueces, opositores en el Congreso y gobiernos locales o miembros de instituciones con autonomía constitucional como la Reserva Federal. El presidente no tiene llenadera. En este segundo periodo le ha dado por vengarse de personajes que se atrevieron a desafiar su poder. Utiliza el aparato gubernamental para perseguirlos judicialmente. Es el caso del exdirector del FBI, James Comey; del exasesor de seguridad nacional, John Bolton, y de la fiscal general de Nueva York, Letitia James. Ahora le ha dado por mandar tropas federales a ciudades gobernadas por demócratas bajo el pretexto falso de que en esas urbes hay una terrible crisis de seguridad. Ya hay presencia de las Fuerzas Armadas en la capital, Washington DC, Los Ángeles y Memphis. Existe la amenaza de su envío a Portland, Chicago, Baltimore y San Francisco. Las manifestaciones “no reyes” precisamente están en contra del uso de las fuerzas militares federales dentro de estas ciudades para tareas de orden público u otras funciones que tradicionalmente gestionan los estados o municipios. También se oponen al uso político de las fuerzas armadas, el debilitamiento de los contrapesos institucionales y los ataques a la prensa crítica. Les preocupa la libertad de expresión, los derechos civiles y la política del “hombre fuerte” que ejerce el Presidente. En suma, son gente que se manifiesta por la vigencia del régimen de democracia liberal en Estados Unidos. Trump, simple y sencillamente, se caga en ellos. X: @leozuckermann Columnista: Leo ZuckermannImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0