Absuelto pero sin fortuna: el curioso caso del dinero en la tina que el gobierno canadiense se quedó



El 1 de diciembre de 2009, la policía de Thunder Bay, Ontario, cateó la casa de Marcel Breton en busca de una pistola ilegal. En su lugar, encontraron 1.2 millones de dólares canadienses en una tina enterrada en el garaje, además de otras cantidades menores en un ducto de calefacción y una maleta. Breton fue acusado de posesión de ganancias ilícitas, pero fue absuelto tras impugnar con éxito la orden de cateo. La absolución planteó la cuestión de quién debía quedarse con el dinero. Recientemente, un tribunal de apelaciones de Ontario confirmó la decisión de un juez de primera instancia de 2023, permitiendo que el gobierno se quedara con el dinero. El argumento central fue que, aunque Breton fue absuelto, los fiscales lograron demostrar que el dinero no era legalmente suyo. El juez consideró "inusual que una persona promedio tuviera una cantidad tan grande de dinero enterrada en tinas bajo su propiedad".
La fiscalía presentó varias pruebas para sostener su argumento.
El dinero estaba empaquetado en 30 "ladrillos" marcados, una práctica consistente con las ganancias delictivas.
Además, la predominancia de billetes de 20 dólares canadienses se asoció con el tráfico de drogas, y el valor de algunos fajos era similar al precio de un kilogramo de cocaína en 2009. Cerca del dinero se encontraron 111 gramos de cocaína y balanzas digitales.
También se señaló que Breton no declaró ingresos a la Agencia Tributaria de Canadá entre 2001 y 2008. Breton ofreció explicaciones alternativas, como que el dinero provenía de un negocio de reparaciones que solo aceptaba efectivo o de ganancias de casino o lotería, pero fueron rechazadas por los tribunales. Sin embargo, el juez ordenó que se le devolvieran los 15,000 dólares encontrados en el ducto de calefacción de la sala, al considerarlos su dinero personal. Expertos legales calificaron el caso como inusual por haberse litigado en tribunales penales en lugar de civiles y señalaron que, ante grandes incautaciones de efectivo escondido, casi siempre se presume un origen delictivo.









