La Lucha por un Diagnóstico Oportuno: Avances y Barreras contra el Cáncer en México



La detección oportuna del cáncer es un desafío crítico en México, donde el cáncer de mama es la principal causa de muerte por tumores malignos en mujeres y el de próstata es la primera causa de cáncer en hombres. Un problema central es el diagnóstico tardío: cerca de la mitad de los casos de cáncer de mama y entre el 40% y 60% de los de próstata se detectan en etapas avanzadas, lo que reduce las posibilidades de curación. La gravedad de las fallas en los sistemas de detección se evidencia en casos internacionales como el de Andalucía, España, donde errores en las pruebas afectaron a más de 2,300 mujeres. Para combatir esta situación en México, han surgido iniciativas innovadoras como la de la startup Mamotest, que utiliza inteligencia artificial (IA) para facilitar diagnósticos de cáncer de mama en zonas remotas e indígenas del Estado de México. Su sistema digitaliza las mastografías, las sube a la nube para ser analizadas por especialistas en cualquier parte del país y emplea un algoritmo de IA para priorizar los casos sospechosos, logrando reducir los tiempos de espera para la interpretación de resultados de cinco meses a una semana en proyectos como el de Baja California.
Sin embargo, la tecnología por sí sola no es suficiente, ya que persisten barreras sistémicas y socioculturales.
La cobertura de mastógrafos en el país disminuyó a un 20.1% en 2022, y muchas mujeres de pueblos originarios enfrentan obstáculos culturales, de idioma o discriminación. Paralelamente, en la lucha contra el cáncer de próstata, el programa OPUS del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) ha logrado que el 82% de los pacientes diagnosticados lleguen en una etapa localizada y curable, reorganizando el proceso de tamizaje y subrayando la importancia de complementar el análisis de antígeno prostático (PSA) con el tacto rectal, una práctica que enfrenta resistencia cultural. Los expertos reiteran la importancia de la prevención y el conocimiento de los factores de riesgo, como la edad mayor a 40 años y los antecedentes familiares para el cáncer de mama. Se recomienda que las mujeres se realicen una mastografía cada dos años a partir de los 40, y que los hombres inicien sus revisiones anuales a los 45 años (o 40 con antecedentes familiares) para aumentar las probabilidades de un tratamiento exitoso.













