
El ataque al vehículo que transportaba a la nieta del gobernador, clasificado oficialmente como un intento de robo, ha generado serias dudas y ha expuesto la profundidad de la crisis de seguridad en Culiacán. El incidente demuestra la osadía de los grupos delictivos y la violencia endémica que persiste a pesar de las narrativas oficiales y los despliegues de seguridad, al tiempo que resalta la brecha en la protección entre los funcionarios y la ciudadanía.