
El asesinato de Miguel de la Mora se perfila como una ejecución planeada, dada la naturaleza del ataque y los antecedentes de amenazas que ya había denunciado. La investigación se centra en su entorno personal y profesional para esclarecer el móvil del crimen que ha puesto en evidencia la vulnerabilidad incluso en las zonas más vigiladas de la capital.










