
El asesinato de Jesús Israel ha expuesto fallas críticas en la seguridad escolar y en el apoyo a la salud mental juvenil. El caso subraya las consecuencias reales de las comunidades de odio en línea y ha obligado a la UNAM a comprometerse a revisar sus protocolos de seguridad en medio de protestas estudiantiles que demandan justicia y un entorno de aprendizaje seguro.










